Sesión de reiki a distancia

En una sesión de Reiki el emisor o terapeuta se convierte en un canal por donde pasa esta energía al receptor o paciente. Las manos de mantienen a distancia o con un tacto de pluma. Suele hacerse en camilla, pero también existe la modalidad de silla o incluso a distancia, con resultados idénticos. Durante la sesión, que dura unos 50 minutos, nunca se pone una intención mental ni egoica por parte de nadie (por ejemplo, ‘que se cure la espalda’), sino un deseo de que el reiki haga su trabajo y equilibre aquellas zonas que lo necesitan. Se deja todo en manos del universo.

Durante el tiempo que se pasa recibiendo reiki no hay que visualizar ni hacer nada especial, simplemente soltar las expectativas y confiar. Lo normal es sentir una relajación profunda. Esa sensación de bienestar suele extenderse más allá de la sesión, aunque a veces se produce lo que se llama ‘crisis curativa’. Esto significa que si había algún desorden interno o emocional la energía es capaz de movilizar esas aguas estancadas. Al cabo de uno o dos días las aguas se tornan limpias.